Este final de verano, el dichoso crumble me ha dado mucho que pensar. Primero, porque no es fácil hacerlo sin mantequilla y obtener la sensación reconfortante que nos da esta tarta inglesa cuando empieza a llegar el frío. Además, investigando he descubierto que muchos de los crumbles que se cuentan por ahí son en realidad crisps. La diferencia no es nada evidente y además nadie se pone de acuerdo.

Al final he llegado a la conclusión -y esta es una opinión libre- de que el crisp es un crumble. Tiene su fruta cocida y sus migas de masa, pero se le añaden cosas como copos de avena o frutos secos para que esté más crujiente. Así la pasta quebrada se convierte en una especie de granola. En EEUU se toma mucho este falso crumble. El tradicional, el británico, lleva fruta y masa quebrada clásica hecha migas. Por lo tanto, mucha, mucha mantequilla. Un reto para alérgicos.

Partir la fruta en dados medianos

He conseguido ambos, crumble y crips, sin lácteos ni frutos secos y han quedado bastante buenos. No os voy a engañar, un crumble con mantequilla no se puede igualar. Pero sí tienen lo básico: el sabor del crumble, que yo diría que combina el ácido y lo meloso de la fruta asada con la sensación más redonda y saciante de la masa quebrada. Y la textura es muy parecida, aunque quizás un poco menos hojaldrada que el original. Os aseguro que comerlos ahora que parece que por fin llega el frío os hará sentir muy a gusto.

Mezclar la fruta con el resto de ingredientes del relleno

Esta es una tarta muy fácil, muy de diario y muy otoñal, ideal para aprovechar la fruta que se está pasando y no queremos tirar.  Le van muy bien las últimas frutas del verano, como las ciruelas, las uvas o los melocotones en nuestro país o los frutos del bosque en otros lugares más fríos. Y por supuesto las otoñales, como la pera y la manzana. A mi me gusta combinar alguna de estas dos clásicas con una más ácida.

Esta es la masa del crisp (ya lista)

En este caso, porque tenía una cesta llena de ciruelas rojas ecológicas, las he utilizado junto con unas manzanitas navarras la mar de monas y os he hecho las dos versiones: el crumble y el crisp.

Esta es la masa del crumble (en proceso)

Para hacerlas he utilizado, en el crumble, una versión de la masa de mis galletas sablés y, en el crisp, he adaptado la granola de Jamie Oliver.

Espolvorear las migas de la masa sobre el relleno

Para la fruta, que antes nunca me quedaba lo suficientemente melosa, he seguido la receta de crumble de mi venerada Smitten Kitchen y ¡bingo!

Crumble sin cocer

A mi personalmente me gustó más el crumble, pero es pura nostalgia. Si no, mirad la pinta del crisp

Crisp listo para comer

Esta receta requiere 15 minutos de preparación de la fruta + 10 minutos de preparación de la masa + 50 minutos de horno

Receta

Sin lácteos, sin soja, sin frutos secos, sin huevo

Ingredientes para el relleno

  • 500 gr. de fruta pelada (elegir o combinar entre manzana, pera, melocotón, ciruela, uva, mora, fresa, frambuesa, arándanos)
  • el zumo de un limón
  • 100 gr. de azúcar integral de panela
  • 3 ó 4 cucharadas rasas de maicena ecológica
  • un pellizco de sal

Ingredientes para la masa del crisp

  • 60 gr. de copos de avena ecológicos
  • 60 gr. de harina ecológica (30 gr. de blanca + 30 gr. de integral)
  • 35 gr. de azúcar integral de panela
  • 60 gr. de aceite de girasol (puede ser 30 gr. girasol + 30 gr. oliva suave)

Ingredientes para la masa del crumble

  • 170 gr. de harina blanca ecológica
  • 65 gr. de aceite de girasol (ó 35 de girasol y 30 de oliva suave)
  • 65 gr. de azúcar blanca granulada ecológica
  • media cucharadita de bicarbonato
  • una cucharadita de vinagre de manzana
  1. Precalentar el horno a 180º. Pelar la fruta, quitarle las semillas y partirla en trozos medianos (como el doble de nuestro dedo gordo).  Mezclarla bien con el resto de ingredientes del relleno: el zumo de limón, el azúcar, la maicena y la sal. Volcarlo todo en una fuente de horno de 22×15 aproximadamente.
  2. Para la masa del crisp: mezclar en un bol grande el harina con los copos de avena. Añadir el aceite y mezclar con una rasqueta o con una espátula ancha y dura. La forma de hacerlo es ir recogiendo masa desde los bordes hacia dentro, con la rasqueta, en movimientos envolventes y cortantes, de forma que se van formando migas. Cuando esté bien integrado el aceite, añadir el azúcar y proceder igual, hasta que se integre completamente.
  3. Para la masa del crumble: en un bol grande mezclar el aceite con el azúcar. No hay que disolver el azúcar, simplemente mezclar e integrar. Añadir el vinagre y mezclar. Mezclar en otro bol el harina con el bicarbonato y añadir al aceite. Proceder con la rasqueta como se indica en la masa del crisp. No lograremos migas tan fácilmente, pero una vez que los ingredientes estén bien integrados, seguimos con los dedos desmigajando la masa todo lo que podamos. El objetivo es lograr trozos pequeños de masa.
  4. Añadir, espolvoreando, la masa del crisp o del crumble sobre la fruta que tenemos en la fuente. Cubrir uniformemente, sin aplastar ni esmerarnos mucho. No importa que queden huecos a través de los cuales veamos la fruta.
  5. Meter en el horno entre 40 y 50 minutos. Estará listo cuando la masa esté dorada (más en algunos trozos que en otros) y la fruta burbujee y trepe por encima de la masa.
  6. Servir templado. Si sobra, calentar ligeramente en el horno antes de servir.

Tradicionalmente, el crumble se sirve templado con una bola de helado de vainilla o con lo que los ingleses llaman double cream, una nata un poco más grasa que la nuestra para montar (os serviría también una nata fresca muy espesa o la crème fraiche francesa, pero en cualquier caso no vale que sea montada, tiene que ser natural). Es una sugerencia del chef para el resto de la familia del niño alérgico.