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Uno de los clásicos más difíciles de conseguir en versión anti-alergia es un buen bizcocho de chocolate. Sin embargo, creo que con esta receta lo hemos logrado: un bizcocho esponjoso y húmedo con mucho sabor a chocolate, un ligero aroma de nuez y una textura cercana al soufflé. No tiene huevo, ni soja, ni lácteos, ni frutos secos, pero nadie se dará cuenta si no lo decís. A Julia le chifla, claro, pero os prometo que triunfa también con los no sirenos. Es sin duda una de las estrellas de nuestro recetario casero.

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Lo realmente difícil de un bizcocho es hacerlo sin huevos. Sin leche o sin frutos secos se pueden conseguir cosas maravillosas (iré colgando las recetas poco a poco), pero sin huevo la cosa no sube y los bizcochos se quedan como aplastados.

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Ya os he contado en alguna ocasión que mi amiga Susana Gaona es repostera profesional y ella me explicó que el truco está en no meter sólidos y añadir el sabor en los líquidos. Así la masa no tiene obstáculos para subir. Luego un poco de bicarbonato, un poco de vinagre, un poco de química y se hace la magia: un bizcocho regordete y riquísimo.

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Así nos evitamos sustitutos del huevo, que suelen complicar las cosas más que ayudar. En algunas recetas se añaden cosas surrealistas a la masa de bizcocho, como ¡semillas de lino o harina de garbanzo a remojo!

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Esta receta, de hecho, es de Susana: la inventó para su sobrina multialérgica. En mi versión añadí el café de cereales malteados, que es lo que le da ese toque a fruto seco y que recuerda un poco al sabor del brownie. Podéis comprarlo en cualquier herbolario. También corregí la cantidad de bicarbonato, porque Susana utiliza el polvo de hornear americano, pero aquí en España las levaduras de repostería suelen tener trazas de alergenos.

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Con el bicarbonato, os cuento además que en este caso es mejor quedarse corto que pasarse, porque entonces el bizcocho subirá mucho pero después se hundirá (en las fotos podéis ver que a mi me pasó un poco y eso que disminuí a la mitad la cantidad que utilizo habitualmente en mis recetas).

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NOTA: Para convertirlo en una buena tarta de cumpleaños, he descubierto una deliciosa cobertura de chocolate con yogurt de soja (¡ahora ya podemos!). Pero eso lo dejo para otro post. Mientras, podéis disfrutar del bizcocho a secas, porque además de rico es sencillísimo de preparar, lo que lo hace ideal como pastel de diario.

Este bizcocho requiere 10 minutos para mezclar los ingredientes + 45 minutos en el horno + 30 minutos para enfriarse. Para que salga bien, en esta receta más que en otras hay que seguir las instrucciones al pie de la letra.

Receta

Sin lácteos, sin soja, sin frutos secos, sin huevo

Ingredientes

  • 190 gr. de harina ecológica blanca de trigo
  • 200 gr. de azúcar blanco
  • 30 gr. de cacao puro ecológico
  • ½ cucharadita de bicarbonato
  • ½ cucharadita de sal
  • 240 ml. de agua con una buena cucharada de café de cereales malteado ecológico
  • 1 cucharadita de vinagre de manzana
  • 2 cucharaditas de esencia de vainilla
  • 120 ml. de aceite de oliva
  1. Precalentamos el horno a 180º. Embadurnamos de aceite un molde redondo de unos 20 cm de diámetro y 5 cm de espesor. El bizcocho no es fácil de desmoldar, así que si el molde es desmontable, mejor.
  2. Mezclar muy bien el harina con el azúcar, el cacao, el bicarbonato y la sal.
  3. Añadir el agua con café de cereales y dejar que empape bien la harina.
  4. Añadir el vinagre, la vainilla y el aceite de oliva.
  5. Batir muy bien con varillas, a mano con energía durante 5 minutos o a máquina durante 2 minutos, hasta que la mezcla se haya inflado un poco y esté esponjosa.
  6. Volcar en el molde y hornear durante unos 45 minutos.
  7. El bizcocho está listo cuando metemos un palito y sale COMPLETAMENTE seco. La masa quedará un poco húmeda en cualquier caso, pero si el palito sale limpio pero no está totalmente seco, es que el bizcocho todavía está crudo. Si tarda en hacerse y se empieza a tostar demasiado por arriba, podéis cubrirlo con papel de aluminio.
  8. Sacar cuando esté listo y esperar unos diez minutos para desmoldar. Dejar enfriar en una rejilla.

Este bizcocho se conserva varios días bien envuelto. Además, se puede congelar y sacar cuando sea necesario. Con un golpe de horno quedará como recién hecho.